Crónica de La noche de los libros

Cogí el metro a las siete y cuarto de la tarde. En mitad del trayecto se paró en continuas ocasiones lo que retrasó mi llegada a Callao, el lugar donde había quedado con una amiga, Eva.

Juntas nos internamos por las callejuelas del centro de la ciudad hasta llegar a la cafetería La ciudad invisible. Allí, el día 22 de abril, Daniel Ojeda y María Villalón habían organizado un encuentro.

El cartel que anunciaba dicho encuentro hablaba de una actuación musical, un recital, una lectura improvisada y un intercambio de libros. Todo ello se cumplió pero además se le añadieron muchísimas más cosas.

En la planta de abajo de la cafetería se realizó el encuentro. En un ambiente cálido y acogedor, lleno de personas en cada rincón, sillas y sillones. En el centro de la sala, con la espalda contra una pared, se encontraban los dos artífices del evento.

No puedo hablar de ese día sin nombrar el riquísimo batido que nos tomamos Eva y yo. Escogimos un batido al azar. El sabor que probamos fue café, canela y leche condensada, ¡riquísimo!

El evento comenzó con una breve presentación de los libros de ambos escritores: Cómeme si te atreves de Daniel Ojeda y El insólito viaje de una gota de lluvia de María Villalón. Nos hablaron de sus inicios, de su experiencia y nos contaron muchísimas anécdotas con las que no pudimos parar de reír.

Seguidamente comenzó la actuación musical. Junto con un guitarrista María nos mostró su preciosa voz y Daniel nos deleitó con unos versos exclusivos.

La primera canción que escuchamos fue Descalza, mi favorita de todo su último disco. La segunda fue La batalla. Por último María cantó una versión de La cama. Esta canción pertenece a la banda sonora de la película Tengo ganas de ti.

Después de este precioso momento los autores invitaron a los asistentes a que leyesen o cantaran. Tras romper el hielo un chico, deleitarnos con una canción propia el guitarrista me lancé y leí unos versos míos. Mi texto se puede encontrar en mi blog de reflexiones y pensamientos, aquí.

Por último, y para acabar la magnífica velada, se hizo un intercambio de libros. Yo no pude llevar ningún libro pero me encantó ver la forma tan divertida que usaron para realizar el intercambio.